Esta
sociedad en la que vivimos no nos enseña a perder. Tampoco es que nos haya
enseñado bien a ganar, desde luego, y saber ganar es un conocimiento muy
importante, porque si no digieres y relativizas tu triunfo es probable que se
te fosfatinen las neuronas. Yo he visto a algunas personas tan confundidas que
creyeron que el éxito era un lugar que habían conquistado, algo tan sólido y
tan suyo como si se hubieran comprado un chalet en la sierra; y cuando se acabó
(porque todo lo que sube, baja, y el éxito, que no es más que la mirada
benevolente de los otros, es especialmente volátil) se quedaron desconsoladas,
descolocadas, como alienígenas cuyo planeta hubiera sido repentinamente
desintegrado por una supernova.
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