Vive en su chacra de las afueras de Montevideo,
en Rincón del Cerro, tal como había prometido. Lo rodea su esposa, la senadora
Lucía Topolansky, la inseparable perra Manuela –nada de raza, nada de abolengo
canino-, sus cultivos y mucho verde. Eligió para quedarse el lugar en el mundo
que encontró hace años y le atrapó. Desde allí dona a fondos de ayuda social un 90% de su salario,
establecido en unos 12.500 dólares americanos.
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