“Quiero irme de casa, pero no veo el momento. Nunca he contemplado esa
posibilidad”, dice Paula con resignación. Tiene 28 años, es maestra de
educación primaria y siempre ha vivido en casa de sus padres. Solo ha
trabajado en tres ocasiones como profesora en colegios concertados,
siempre en periodos cortos. “El tiempo que más trabajé como maestra
fueron cuatro meses”, explica. Ahora tiene un contrato de un mes como
monitora de ocio con niños de cuatro y cinco años. En agosto volverá al
paro y está dispuesta a salir de España para trabajar.
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